Sergio Pérez podría pasearse enfrente del garage de Red Bull y decir: “Se los dije, se los dijo Max Verstappen, el problema no es el piloto es el coche”, porque hoy los miserables resultados de Liam Lawson en lo que va de la temporada y, sobre todo, su retroalimentación al respecto del neozelandés, demuestra que el monoplaza de Red Bull es una máquina que solamente Max puede hacer competitiva, aunque cada vez menos.
Red Bull liquidó el contrato de Checo Pérez en diciembre, con la temporada terminada, cuando el mexicano tenía firmado correr 2025 y una opción para 2026, porque, palabras más, palabras menos de Christian Horner, ‘necesitaba un piloto que pudiera andar cerca de Max y sumar puntos para que el equipo pueda aspirar al Campeonato de Constructores’.
Liam Lawson se llenó la boca para decir que él no tenía problemas de “estilo de manejo”, que podía adaptarse a cualquier coche. Este joven kiwi dio por hecho que él podría hacer lo que no pudieron Pierre Gasly, Alex Albon y lo que pudo hacer Checo Pérez, pero que en 2024 se le complicó en la medida que el RB20 se fue para abajo como todo el equipo de Milton Keynes.
Recordemos que luego de un inicio dominante con cuatro victorias en cinco Grandes Premios, con tres 1-2 en 2024, se combinó que Red Bull perdió a su ingeniero estrella, Adrian Newey y que McLaren comenzó a ver los frutos de ‘robarse’ al director de aerodinámica que trabajaba con Newey, un casi anónimo personaje, pero clave en el éxito en Milton Keynes, llamado Rob Marshall.
Luego, paulatinamente el auto Red Bull se fue para abajo en balance, al grado que hubo un periodo de 10 carreras en las que Verstappen no ganó y sólo tuvo cuatro podios. El neerlandés lo decía, y sabemos que él no regala halagos ni pone pretextos por nadie: “El problema no es el segundo piloto (Checo), el problema es el coche”.
Pero Christian Horner, secundado por Helmut Marko encontraron la mejor manera de lavarse las manos frente a la realidad. Red Bull vio partir a su talento.
¿Para esto liquidaron a Checo Pérez? ¿No se supone que traerían a un piloto que estuviera más cerca de Max? Así cuestionó el periodista Ted Kravitz a Christian Horner sobre los resultados de Liam Lawson, a lo que el team principal, comiéndose el amargo de saberse humillado, sólo atinó a decir que tenían que revisar su desempeño.
El mismo Horner no se atreve a decir que no bajarán a Lawson y lo cambiarán por Yuki Tsunoda, tan pronto como en el Gran Premio de Japón. Ojalá Yuki no lo haga, porque le va a pasar algo similar, por más que el japonés parece un piloto más capaz y es mucho más experimentado.
Red Bull ha visto a las mejores mentes de su generación marcharse a otros equipos, ahuyentados por un ambiente tóxico, donde el team principal es acusado de comportamiento inapropiado por una empleada que resulta ser pareja del papá del piloto estrella y que se sospecha que esa información fue filtrada a los medios por el asesor especial del equipo.
La trama, que bien podría ser un poema de Allen Ginsberg o el guión de la serie Sucession, mermó al otrora equipo lleno de buena onda y música de The Rolling Stones.
Hoy, Checo Pérez, elote con crema, queso y chile del que pica en mano, ve arder a la escudería que lo acusó de ser el responsable de no se ganara el Campeonato de Constructores 2024, incluso que afectara el monto del bono de los trabajadores de la fábrica porque su rendimiento fue muy por debajo de lo que “cualquier” otro piloto habría hecho.
Hoy, Checo Pérez, montado en su bicicleta de montaña o en su motosky, no se detiene a ver la Fórmula 1, pero seguramente Liam Lawson quisiera que el mexicano siguiera en ese temible asiento número dos de Red Bull y que él estuviera, en lugar de Isack Hadjar en el Racing Bull que parece un caballito de parque, de esos donde se suben los niños a pasear: dócil, amable, pero rápido.
En contraste, el RB21 que se sacó Lawson en la rifa del tigre es un animal impredecible, que tiene una ventana minúscula de acción para lograr una puesta a punto confortable y veloz. Si quieres estar cómodo serás lento, si quieres ir rápido irás sobre una bestia nerviosa, que apunta como una aguja, pero que un milímetro fuera de su línea se convierte en un bulldozer que colea y quiere derribar a su jinete.
Liam Lawson ha calificado en P18, P20 y P20 en el Gran Premio de Australia, la Sprint de China y el Gran Premio también en China. Sus resultados de carrera han sido menos ‘espectaculares’, pero igual de estériles: DNF (por choque en Australia), P14 (en la Sprint) y P12 (en China, gracias a tres descalificaciones, un abandono, dos autos dañados y un piloto castigado con 10 segundos).
Esos simples números comparados con Checo Pérez en Australia y China en 2024 son concluyentes. En Melbourne, el tapatío terminó en quinto lugar, en la Sprint de China fue tercero y la carrera del domingo P3 también.
Es cierto que los problemas de desarrollo de este concepto de auto, que inició en 2022 el periodo de las reglas que el origen como el paradigma a seguir como el más exitoso, pero en 2023, Newey admitió que el desarrollo del concepto del auto se desvío erróneamente y paulatinamente lo hizo inmanejable, sobre todo porque los ingenieros que se quedaron a cargo, encabezados por Pierre Waché, quisieron corregir un problema de desarrollo con la puesta a punto y eso lejos de resolver el enigma lo volvió más profundo.
Lawson, un piloto que tiene 13 Grandes Premios en su currículo, hoy se da cuenta que no puede ser ‘tan malo’ como Checo Pérez que acumuló 281 GP’s en 14 temporadas completas.
Pérez es uno de los pilotos, el octavo para ser exactos, con más experiencia en pista de la historia y él dijo que el auto era complicadísimo, que lo hizo cambiar su estilo de manejo, que no era que él hubiera olvidado como manejar.
Especialistas y ex pilotos muy respetados opinaron en su momento que el problema de Red Bull era Checo Pérez, que cualquier otro piloto de la parrilla podría estar más cerca de Verstappen, quien dicho sea de paso hace salva y enmascara el mal de desempeño de Red Bull con su talento. Casi, casi que cualquiera podría hacerlo mejor que el tapatío.
Hoy, Checo Pérez puede pasearse por las calles de Guadalajara, Madrid, Puerto Vallarta, Punta Mita o el estadio de futbol que se le antoje con la frente en alto, porque lo que hizo en cuatro años con Red Bull ahí queda y, hasta ahora, las penurias de Liam Lawson, lo reivindican a los ojos de todos.